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27 de mayo de 2011
Wittgensteinian@ de guardia
El mundo del hombre feliz es diferente del que corresponde al hombre desgraciado. No a causa del mundo, sino de esa tonalidad o adjetivación incomprensible de una vida que procede a seleccionar cuáles son los objetos que pueblan su mundo. Esto lo efectúa dirigiendo la mirada o con un gesto de las manos que apartan lo que sí o lo que no. O puramente moviendo la mano delante de los ojos, con un gesto muy enérgico que aleja todo temor.
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