...cuenta que hubo en el pueblo un hombre, ya muerto, que tenía por afición topar con los carneros. Cada vez que sacaba un rato de su trabajo en el campo, se ponía a unos diez metros de uno de estos animales, agachaba la cabeza (lo mismo hacía el carnero), y se arrancaban a la vez con furia. El topetazo no tenía un vencedor claro, y ambos (hombre y animal, sin saber muy bien quién era quién) salían airosos del envite...
... que nosotros ya tenemos lo nuestro, ya... P´haberse matao las criaturas, vamos...
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