Las canciones que escuchamos, es de noche y estás solo allí, te recuerdan a quienes, silenciosos, vigilan. Están, de una manera distinta. Las canciones pasarán. No ellos. A la hora, tan escaso tiempo ha pasado y ha obrado efectos, se te ha olvidado la alegría de la música; lo que suena es su presencia callada, purificada en dolor, transformada en conciencia. Tu obligación, tu soledad.
No se oye nada, en realidad. Se trata de una exigencia sin palabras.
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