... no puede decirse, en modo alguno, que las imágenes sean más eficaces, para la educación, que las palabras. Reivindicar el lugar y la dignidad de la palabra y el diálogo en la educación y en la construcción del civismo no tiene nada de novedoso: así se fundó el saber dialogal de Sócrates y Platón, así evolucionó la discusión acerca de los universales en la Edad Media, así se produjo el fastuoso desarrollo del saber durante el periodo del Humanismo, así y con este mismo elemento se elaboró la Encyclopédie, y también en el seno de la palabra surgieron Wittgenstein, Canetti, Musil o Sigmund Freud en el siglo XX. George Steiner alertó sobre la posibilidad de que la palabra, es decir, el Verbo, desaparezca del horizonte de la educación y de muchas prácticas de la vida cotidiana de las actuales sociedades... (J. Llovet)
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... lo único que le preocupa al Plan Bolonia es incardinar rentablemente la universidad con el mercado; pero ya me dirá usted qué mercado existe para un filósofo, para un hebraísta o para un teólogo: son estudios que podrían desaparecer sin que nadie se alarmara. Quizás ésta ha sido una de las razones por las que he escrito este libro: porque alguien debía dar la voz de alarma ante una situación que es, en verdad, humillante y penosa.
Ya me dirá. Los filósofos no sirven para nada. Ésa es su utilidad: señalar los límites de la mentalidad utilitaria.
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