2 de mayo de 2011

Cartesian@ (a destiempo), II

Me imagino que las resoluciones que se toman con firmeza demasiado presurosa, en momentos de debilidad... me imagino que desestimar prudentemente esas resoluciones, dejar pasar, dejar de pensar, representa un signo de inteligencia y madurez. Que es de lo que se trata.

La voluntad forma parte de los actos de la res cogitans, pero ésta es ya un alma con demasidas brechas, un espíritu en el que se han ido aposentando las ruinas con el paso del tiempo y los errores. De modo que nadie ha dicho que exista un fundamentum absolutum inconcusum voluntatis. La verdad científica se preceptuó para siempre, parcheando el existir (la voluntad) con máximas provisionales. Sin embargo, el problema no está en la provisionalidad, sino que en el mismo olvido de esa provisionalidad, como un deber impuesto (el olvido, lo provisional) ante la obligación del actuar urgente, en el campo de circunstancias abiertas, se cuela con demasiada facilidad el esprit de doute, esta maladie des modernes que va minando las palabras y las frases que se construyen con ellas, y los párrafos de esta vida que nos sobrepasa por todos lados.

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