Sitúa Foucault la realidad de la filosofía, i. e., su efectividad en sentido platónico, en que sea escuchada la palabra filosófica, y en que no esté amenazada la vida del filósofo. (Vid. El gobierno de sí y de los otros; por cierto, ¿no podría traducirse este Curso de Foucault como Ética y política?)
O sea: que está más que meridiana la vecindad de pensamiento filosófico y democracia (si sobreentendemos que en una tiranía, del signo que sea, la persona del filósofo corre serios riesgos); pero, aparte, podemos inferir la proximidad de una democracia que no escucha lo que dicen los filósofos a la tiranía como tal. Pero esto es lo mismo que sostenía Platón en su clasificación decadente de los regímenes: la democracia conducía a la tiranía, vía anarquía. ¿Se puede sospechar que esto mismo resulta válido también para nuestra época?
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