Entre las teologías (no digo las religiones) y las tecno(u)topías me quedo con las primeras. Al menos en ellas existe una voluntad de verdad o por lo menos cerca de ellas, aunque esa voluntad como tal esté perseguida expresamente... Pero en las utopías tecnológicas, y en sus derivaciones de ingeniería social o educativa, no acaba manifestándose más que una voluntad contable.
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