¿Por ejemplo esto?:
Se sentía cómodo en mitad de una refriega bélica, pero fue incapaz de disparar a un fascista que corría medio desnudo, sujetándose los pantalones.
Sólo la mediocridad, también de T. S. Eliot, dios mío, podría querer ocultar una de las fábulas más potentes acerca del destino humano, al nivel de la caverna platónica (y valiéndose de un animal también platónico, aunque en muy otro sentido):
Rebelión en la granja (1945), la obra en la que Orwell refleja su animadversión al comunismo, fue rechazada durante un año por editores y agentes. La II Guerra Mundial no había terminado y nadie se atrevía a publicarla, ni siquiera T. S. Eliot, responsable del sello Faber, que le sugirió que “cualquier animal que no fuera el cerdo podía haber sido elegido para representar a los bolcheviques”.
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