25 de marzo de 2012

Marcas blancas, de nuevo lugares

(Ideas que se podrían desarrollar si yo fuera alguien constante) No hay revivalismo alguno, ni fetichismo de la mercadería, si acaso una adoración modesta, en los centros de consumo.  En la renovación de lo antiguo, en su disposición como lujo convenido por el capital, encuentro una religión falsa; en los hiper de las marcas blancas encuentro lo contrario, la exposición de la vida en sus momentos más básicos. Evidentemente que no hallamos el lujo, que queda para la élite y el maná de lo vintage que nos llega a los de abajo; tampoco el trabajo, categoría central del espíritu revolucionario, a derechas o izquierdas; la labor, sí, mínimum vitale. Y un conveniente, también, reajuste, entre los precios y los salarios, entre las demandas de los comunes y lo que nos están ofreciendo los lores.

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