11 de marzo de 2012

Platonismos, de un paseante



Cada vez recuerdo menos. Incluso de los tópicos fundamentales. Sé que me basta con echar mano de los libros que tengo por aquí, o en la casa de la ciudad… Aunque quizás me debería preocupar más por mi lenguaje que enajenarme en el de otros, con ocasión de lo que van pensando y diciendo los otros. La vida es breve y lo sé. A lo que iba. Pienso que todo comenzó y acabó entre ellos, que de sus problemas y falta de soluciones vivimos nosotros, mucho más viejos y viciosos. Las cuestiones de la educación, por ejemplo: ¿cómo ligar las negaciones onto-epistemológicas de Gorgias y Protágoras, la misma imposibilidad lingüística que proclama el primero, cómo hilvanar estos temas con esa aporía de que no se puede enseñar ni al que sabe ni al que no sabe? Como si se tratara de la misma irrealidad eleática del movimiento trasladada a un entorno escolar. Pero el aprendizaje, como el cambio, es algo real, a salvo de escolásticas… Pienso, también, que hay un mucho de irracionalismo y renuncia en la vía media que establece el Estagirita: un no ser demediado, potencia, deus ex machina para salir del paso. Y también puede que llevara razón: que la filosofía acababa en él. Ni mucho menos en el fantoche de Hegel, podemos apuntar nosotros…

Podría tejer un más que mediano librito con mis bagatelas platónicas.

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