Entre el individualismo atomizado de las redes, multiplicación de narcisismos e inseguridades de todo jaez, por una parte, y la fuerza del capital. En esa pinza, sufriéndola mientras la contemplamos, van pasando los días. Han desaparecido los relatos intermediarios, así como las instituciones en que encarnaban. De todas maneras: hace tiempo que esos relatos dejaron de ser creídos. Desde que empezó su vuelo nocturno el prefijo post-. Por lo menos.
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