5 de marzo de 2012

Liberalismos

Dice don José María:

Una temprana víctima de esta afinidad despectiva urdida al amparo de la Guerra Fría fue Karl Popper. El autor de La sociedad abierta y sus enemigos vio frustrada en 1950 su carrera académica en Chicago bajo la pinza a la que lo sometieron Strauss y Voegelin. Da cuenta de esta anónima caza de brujas la correspondencia entre ambos. De su lectura se desprende el odio visceral que sentían hacia lo que representaba el mundo popperiano. La causa de ello residía en que era uno de los más sólidos exponentes de ese relativismo liberal que combatían. Popper encarnaba un antiesencialismo y antidogmatismo que se oponía con firmeza al comunismo desde una reflexión basada en la experiencia científica. Las cartas dicen de él barbaridades que recuerdan la violencia dialéctica practicada por el nazismo a través de la prensa y la radio contra sus enemigos con el fin de caricaturizarlos y desacreditarlos. 


Pero este otro señor dice lo siguiente:


Ese es el sentido, y no otro, de su último artilugio en El PaísAfinidades despectivas, que es como la serie Cuéntame: los elementos son verdaderos, pero el relato es falso. Lassalle nos viene a presentar un movimiento conservador estadounidense unitario que es esencialista, moralizante e intolerante, y que ha desembocado en el neoconservadurismo belicista de George Bush.


En fin, que seguiré con Locke, y seguiré la práctica del tonto de mi pueblo: yo oír y callar. O algo así.


Vaya tropa! Nos entretienen a los pobres con estas pavadas dialécticas. Mientras tanto, chupan la sangre al obrero.

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