Estoy de pie en una habitación vacía. Dejo caer una bola al suelo. Miro y escucho. Los rebotes son cada vez más cortos. El sonido, cada vez más sordo y seguido. Llega un momento en que la bola queda parada, en un cierto lugar de la habitación. Salgo y cierro la puerta. No he comprendido nada. Olvido. Vuelvo años después. Nada ha cambiado. El mismo vacío, el objeto mudo y parado ahí, en el mismo sitio que lo dejé. (Una palabra y la relación de significación. Ninguna intención.)
***
Pero yo, lo que quería decir con lo anterior lo veía... He ahí otra prueba de la insuficiencia del lenguaje. Lo sabemos de sobra. Pero también que con gestos y miradas no iríamos a ninguna parte. A matarnos, si acaso. El contrato social consiste en el lenguaje, aunque a veces parezca lo contrario... Tan lejos -esas excepciones a la pax lingüística- de las situaciones de habla de las Facultades de La Cosa, y de los poemas de Wallace Stevens que conocimos en la edad madura, hace nada...
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