"Es decir, nos inventamos un engendro denominado "libertades docentes", que supongo que significa que nadie tiene derecho a fiscalizar si el dinero público que cobran los profesores está bien empleado o si habría que darles una patada en el culo, y ese engendro nos sirve para prohibir la libertad de expresión. Pues eso, y no otra cosa, es poder puntuar a los profesores y discutir sobre ellos. Libertad de expresión, pura y simple."
Pertenece el anterior prodigio de empleo del castellano a un preci(o)so artículo del nominado Daniel Rodríguez Herrera, en ese faro del buen liberalismo que es Libertad Digital. Yo no tengo, gustoso, más que cederle la razón (la mejilla no diría tanto, que hasta ese punto no se extiende mi tibio cristianismo; sino más bien a devolverlas crecidas). Es más, debería colocarse una cámara para ver que los profesores no dilapidan el dinero sudorosamente ganado de los contribuyentes (en algún caso tan sabios, moderados y liberales como él). En cuanto a la muy correctísima y proporcionada medida que el columnista, parte consustancial del asiento liberal, propone para información general, concretada en una castiza y chulapa "patada en el c...", qué menos que redoblar mis palmas y bravos, bravos! Y no sólo esto, sino extender la medicina, profilaxis o purga avisadora a, un suponer, los imbéciles rastreros que no tengan miedo al insulto y a publicitar calumniosas falsedades, tan gallos ellos como para, en tiempos de tormenta y depreciación docente, arrojar la piedra a aquéllos a los que primero le han caído las leyes (educativas) encima y, como funcionarios, se han tenido que callar y acatar.
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