Lo bueno y justo pertenece a la estructura del pensamiento, a la capacidad de responder de las palabras, empezando por las propias: éstas son comunes y circulantes, suaves en su tránsito como el de la moneda.
Luego la cacofonía lo invade todo, un ruido que no suena -la mayoría de las veces reina el silencio- e impide que nada fructifique: en las fotografías de esos lugares -de un blanco y negro irreal- es como si nadie perteneciera al mundo---
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