23 de marzo de 2008

Kantismos

conde-duque said...

... A ver cómo puedo explicar lo de la deshumanización de las víctimas, que es un tema espinoso y complicado. Entiendo lo que decís, porque de entrada suena raro (y más que raro, aterrador).Era, sobre todo, una pregunta (no una afirmación).Y es algo que surge con claridad a partir de la lectura de "Si esto es un hombre" de Primo Levi, que mecionábamos al final de los comentarios del post anterior. (...) Básicamente la idea es que en los campos de concentración se estableció un sistema absolutamente "deshumanizador", que pareció tener éxito en la práctica. Consiguió su propósito de deshumanizar.Por supuesto no estoy diciendo que las víctimas dejasen de ser seres humanos, cosa que incluso podría servir de coartada a la barbarie. No. No es eso.Aquí también habría que distinguir posiciones de partida.

Quizás se trate de que sí, en efecto, alguien consiguió que las víctimas dejasen de ser seres humanos. Entonces, la cuestión estará en saber qué podemos hacer con eso. O sea: si poner la otra mejilla o valorar cuál es la condición mínima de funcionamiento de las sociedades.

Es decir, si una sociedad puede respetar la dignidad de quién se manifiesta dispuesto a arrasarla (exterminarla). Me temo que el humo del cristianismo compasivo (sin Dios pero con perdón, mucho perdón) ciega nuestros ojos, y que si ponemos la otra mejilla la bofetada vendrá raudo.

Bien, concedamos que la dignidad se puede extender al verdugo, si cabe. Pero esto no tendría que suponer más que la posibilidad legal de defenderse en el juicio que examina sus actos. Los cuales no tienen por qué ser dignos, puesto que son criminales. Claro, sin dios avalista de nuestros pactos sociales (los musulmanes, p. ej., no tienen problemas a este respecto) es pedir mucho que vayamos a lograr una axiomática política (un consenso firme).

Yo me quedo, a estas horas dominicales, con la razón hobbesiana (uno no defiende la libertad pidiendo perdón con lágrimas profusas, sino enseñando los dientes si es menester), que no veo tan lejos de la proclamación final de la necesidad de los actos justos y de la conciencia y vergüenza que los acompaña o que los causa (y de la inexcusabilidad de las infracciones) en el mito prometeico del Protágoras platónico.

9 comentarios:

Egoficción dijo...

Pues eso. Que tienes razón.

conde-duque dijo...

Hola, Martín. Veo mi trozo cortado y pegado, pero me parece que de lo que hablas a continuación es otro tema totalmente distinto: la respuesta de cada uno o de la sociedad ante los verdugos. Yo no entré en eso.

¿Compasión por los verdugos?Ninguna. Sólo faltaba…
Por eso no entiendo a qué viene esa referencia a "la compasión humanista cristiana", "la otra mejilla" o "pedir perdón con lágrimas". Nada más lejos de lo que yo pienso.

La cuestión era ver qué grado de humanidad –si eso se puede medir- habría en unos y otros.
De todas formas, poco podemos hacer ya con aquellos verdugos (nazis o soviéticos) de los que hablábamos, porque ya están muertos.
¿Respuesta de la sociedad ante los crímenes? La ley. Evidentemente aquí surge el otro gran problema: Núremberg. Es decir: la limitación de la ley positiva, nacional; la necesidad de un tribunal penal internacional; etcétera. Asunto muy complejo, también.

A continuación del trozo que has puesto, hablaba de esas dos posiciones: si te entiendo bien tú estarías en la segunda, es decir, la dignidad o valor intrínseco del ser humano es algo que nos concedemos, que nos reconocemos nos a otros y que no existe por sí misma, sino que depende de las acciones y de las valoraciones que hagamos de esas acciones, etc. Me parece bien, perfectamente lógico. Pero no hay que obviar los problemas que plantea, porque se abre la puerta a cierta arbitrariedad, a cierta decisión “soberana” del Estado, que a fin de cuentas es el garante de toda ley.
Quizás conoces la propuesta de “eutanasia procesual” (es decir, de defensa de la pena de muerte) de Gustavo Bueno.
Yo entiendo que ante un crimen de lesa humanidad como el terrorismo no tiene mucho sentido hablar de reinserción (y menos aún sin arrepentimiento), pero de ahí a la pena de muerte hay un trecho… muy peligroso. El asesinato legal en manos del Estado me da mucho miedo. El pasado da buenas razones para esa desconfianza.

conde-duque dijo...

Queramos o no, Kant sigue siendo el punto de referencia, aunque sea para oponerse a sus ideas.
Una manera de oponerse, claro, es echar mano del Leviatán. Maravilloso libro, por cierto.
Leer a Hobbes es inglés es uno de los grandes placeres de la vida. Qué manera de escribir...

Egoficción dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Egoficción dijo...

Ni el Estado ni la Ley positiva otorgan dignidad.
La dignidad, que es la Humanidad aunque no lo sea nadie, no se mide ni se compara.

Martín López dijo...

Lo que yo hacía era un ejercicio de memoria más o menos imaginativa acerca de lo que sostiene Kant acerca de la pena de muerte. Memoria imaginativa porque no recuerdo el lugar donde defiende la pena capital, según leí o entendí en algún sitio. Doble perdón que pido: por no saber la cita, o por si me equivoco. Es evidente el, como mínimo, doble obstáculo en el asunto de la pena capital: supone, moralmente, ponerse como un dios sabio y justo, capaz de establecer las proporciones debidas, y, en segundo lugar,el posible error que se puede cometer, aun en casos que parezcan indudables, justifica un claro pronunciamiento en contra. Pero entonces uno se pone como abogado del diablo, cartesiano, cristiano o kantiano. Y, en ese caso, si el respeto a la vida es absolutamente, pero que absolutamente sagrado, cualquier defensa de la guerra como razón última decisoria en las cuestiones de convivencia resulta también injustificada e hipócrita. De ahí viene la referencia, crítica, irónica o lo que sea, acerca del cristianismo como fuerza social, deletérea si es consecuentemente mantenida. Véase el caso de Israel: nadie va a justificar los asesinatos "selectivos" del estado judío. Ahora bien, ¿cuál es la respuesta adecuada a la intención "clara y distinta" de Ahmadineyab? La otra mejilla sería ridículo ponerla. Pero, ¿y el diálogo? ¿Hasta dónde llegaría? Y en asuntos de terrorismo, pues más o menos igual. Un estado puede sobrellevarlos, mal que bien, mientras no le afecte a uno de forma cercana. Así de canallas o acomodaticios somos. Pero luego no es tan sencillo (nadie va a decir que lo sea, es verdad)...

Un caso, o el caso: El 11-M, tema que pienso que es mejor dejar al futuro (los historiadores) de la ponzoña que destila, plantea, con las víctimas, a consecuencia de las víctimas y a consecuencia de los hechos de los supervivientes, los políticos y los que no somos políticos, plantea, digo, creo, opino, algo así como el pecado original de la democracia española. Porque fue con el 11-M cuando de verdad se ofreció la posibilidad de una transición madura desde un régimen autoritario hacia un régimen patriótico constitucional. Y no. Para nada. Porque venir a estas alturas con que si el PP mintió o no mintió, o si los réditos electorales fueron tantos o cuantos, etc., etc. supone dejar a los "hunos" o a los "hotros", y ya no se trata de los partidos sino de personas, fuera del juego ciudadano... y con mucha dignidad, porque "nosotros" llevamos toda la razón y la verdad y "los otros" ninguna. Los otros solo la falsedad y la mentira. Es decir, que no quiero perderme en demasía, que quizás esos hechos y otros (nacionales o internacionales) deban o deberían servir para ajustar mejor nuetros criterios acerca de lo que es la buena vida política.

conde-duque dijo...

Hombre, Egoficción, hablábamos a nivel social, de respuesta de la sociedad ante esos crímenes de lesa humanidad. Evidentemente la dignidad es una cuestión individual; si se quiere, ética, no moral. Otra cosa es si presumimos esa dignidad para todo hombre por el mero hecho de serlo o no. Y otra -previa y también muy compleja- es si asumimos la existencia del género humano, esa Humanidad que dices, o no.
Así lo veo yo, al menos. Hay mucha tela que cortar en estos temas... Demasiada. Agota a cualquiera intentar ordenar todo eso.

Egoficción dijo...

Conde-duque, creo que en estos temas hay que ser tajantes. Igual parezco brusco pero no creo que darles a ciertos sujetos más importancia que la que tienen. quiero decir que igual no hay que 'comprenderlos.
Sobre la humanidad otorgable: ¿qué ganamos, en moralidad, concediendo o negando a los verdugos el estatus de ser humanos? Ya te digo. Lo que yo moralmente deba hacer frente a ellos es lo único importante y discutible.

conde-duque dijo...

Entiendo lo que dices.
A nivel práctico (para la vida, digamos) estoy totalmente de acuerdo. Con sentir asco e indignación llega. Sobre todo "indignación", palabra muy sabia que nos devuelve al tema central. Cuando algo atenta contra la dignidad, nos idigna: debe indignarnos (ésta es la postura moral apropiada).

Lo que pasa es que a nivel filosófico o teórico siempre uno intenta comprenderlo todo, y suscita mucho interés lo que se nos escapa... lo incomprensible.