Fundiendo la vida privada con la verdad, objetiva, pública, si cada uno de los actos particulares existiera en abierto, si no se diera un yo que no fuera inmediatamente para otro/s... ¿se habría solucionado algo?
¿Habría menos motivos para la angustia, si ya todos viviéramos en celestial comunidad?
Siendo bioquímicamente inmortales, ¿seríamos felices, dioses?
Yo creo que no. A mí me gustaría no serlo: imaginándome que ser es ser-otro, ek-stasis. Como un dios hambriento de las diferencias y de los viajes, al que parece poco la eternidad.
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