MLL said...
Lo que yo hacía era un ejercicio de memoria más o menos imaginativa acerca de lo que sostiene Kant acerca de la pena de muerte. Memoria imaginativa porque no recuerdo el lugar donde defiende la pena capital, según leí o entendí en algún sitio. Doble perdón que pido: por no saber la cita, o por si me equivoco. Es evidente el, como mínimo, doble obstáculo en el asunto de la pena capital: supone, moralmente, ponerse como un dios sabio y justo, capaz de establecer las proporciones debidas, y, en segundo lugar,el posible error que se puede cometer, aun en casos que parezcan indudables, justifica un claro pronunciamiento en contra. Pero entonces uno se pone como abogado del diablo, cartesiano, cristiano o kantiano. Y, en ese caso, si el respeto a la vida es absolutamente, pero que absolutamente sagrado, cualquier defensa de la guerra como razón última decisoria en las cuestiones de convivencia resulta también injustificada e hipócrita. De ahí viene la referencia, crítica, irónica o lo que sea, acerca del cristianismo como fuerza social, deletérea si es consecuentemente mantenida. Véase el caso de Israel: nadie va a justificar los asesinatos "selectivos" del estado judío. Ahora bien, ¿cuál es la respuesta adecuada a la intención "clara y distinta" de Ahmadineyab? La otra mejilla sería ridículo ponerla. Pero, ¿y el diálogo? ¿Hasta dónde llegaría? Y en asuntos de terrorismo, pues más o menos igual. Un estado puede sobrellevarlos, mal que bien, mientras no le afecte a uno de forma cercana. Así de canallas o acomodaticios somos. Pero luego no es tan sencillo (nadie va a decir que lo sea, es verdad)... Un caso, o el caso: El 11-M, tema que pienso que es mejor dejar al futuro (los historiadores) de la ponzoña que destila, plantea, con las víctimas, a consecuencia de las víctimas y a consecuencia de los hechos de los supervivientes, los políticos y los que no somos políticos, plantea, digo, creo, opino, algo así como el pecado original de la democracia española. Porque fue con el 11-M cuando de verdad se ofreció la posibilidad de una transición madura desde un régimen autoritario hacia un régimen patriótico constitucional. Y no. Para nada. Porque venir a estas alturas con que si el PP mintió o no mintió, o si los réditos electorales fueron tantos o cuantos, etc., etc. supone dejar a los "hunos" o a los "hotros", y ya no se trata de los partidos sino de personas, fuera del juego ciudadano... y con mucha dignidad, porque "nosotros" llevamos toda la razón y la verdad y "los otros" ninguna. Los otros solo la falsedad y la mentira. Es decir, que no quiero perderme en demasía, que quizás esos hechos y otros (nacionales o internacionales) deban o deberían servir para ajustar mejor nuetros criterios acerca de lo que es la buena vida política.
8:31 PM
2 comentarios:
Ok, Martín, aclarado queda.
Lo de Kant yo tampoco lo recuerdo, aunque es perfectamente posible que lo dijera (intentaré buscarlo, a ver si lo encuentro, porque me parecería muy interesante). Más de una vez he encontrado en Kant opiniones coyunturales o "de época" -digámoslo así- que contradicen claramente el contenido "formal" de su sistema. Y es que cuando hay que concretar las cosas en momentos y tiempos y espacios determinados, se nos caen los pelos del sombrajo filosófico. Yo creo que la filosofía tendría que estar siempre atendiendo a ambas cosas, lo general y lo particular, sin descuidar ninguna. Aunque, como todo, es muy complicado.
Un saludo.
...quería decir caerse los palos del sombrajo... Jaja, qué lapsus.
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