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7 de marzo de 2008
Hesitación, cartesiana brasileira
A causa de la imperfección de mi conocimiento, alcanzo a ver mi existencia como real. Sé que esta facultad de conocimiento adquiere la cualidad del ser perfecto al que pertenece en grado eminente, como uno de sus atributos. Pienso, por lo tanto, en un conocimiento perfecto, sin distancia alguna (deducción, derivación, pensamiento que discurre en/cadenado) entre el conocer y el ser; pienso, por lo tanto, en una inmediatez sin palabras posibles (que den testimonio), de la cual mi humana intuición no representa más que un pálido reflejo (como una comparación de andar por casa para la luz infinita). Despojando a tan alta realidad de su extensión, cuerpo, espacialidad móvil, etc., con el fin de alcanzar un concepto más claro, no sería extraño que una duda diferente arraigara de nuevo en mí (que creía haberlas solventado): puesto que el mismo conocimiento infinito, del que el mío participa en un grado imperfectísimo, podría ser nada más que una figuración inadecuada que yo me hago de la sustancia eterna (sive realidad). Podría, en este caso, renunciar al uso de predicados dichos en lenguaje humano, concertando lo que yo intuyo (tan levemente, me recuerdo) de la infinitud de los atributos con un silencio respetuoso: lo infinito = ineffabile.
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