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7 de marzo de 2008
Actualidad política
La utilización política secular de la violencia ha alcanzado una perfecta inteligencia del movimiento del mundo histórico. Quien emplea ese medio conoce, puesto que no es fácil pensar que imagine un paraíso para sus acciones, en el caso de que tuviera que pagar con su vida las consecuencias (me remito a Camus, en El hombre rebelde), conoce -digo- que está introduciendo, para el otro, el reino del mal en el mundo. Ni siquiera parece fácil pensar que imagine para los mismos (los suyos, los idénticos) un reino histórico futuro: supondría creer, todavía, en las virtudes teologales. No. Quien comete el mal lo hace para la conciencia presente del mundo. Entonces es cuando nosotros exhibimos la fortaleza de nuestro cristianismo: habiendo transmutado el castigo de Dios y el fuego eterno (juicio sin perdón) por las cárceles democráticas, que conservan el cuerpo (lo alimentan) mientras pretenden menoscabar el alma (cancelando, provisionalmente, su libertad). Ahora bien, ¿comprenden el mismo lenguaje, se refieren a igual o pareja humanidad, quien conoce el efecto definitivo y terrenal de sus actos que quien los sigue interpretando -esos mismos actos que siembran dolor- con fe democrática y liberal?
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