Aun la paradoja, extrañamente, nos condena de cara a la pared. La razón, después de rebelarse, se tiene que asentar de nuevo.
El cinismo debelador no absuelve de la violencia -podríamos añadir. Los contratos no bastan.
(Ah!, es que leemos a Cioran, como hombres maduros que vuelven.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario