Está quien, mediante la aplicación somera de tres o cuatros reglas lógicas, demuestra que tal cosa vale o no vale, pertenece al arte o la literatura o sucede lo contrario, que no pertenece ni al uno ni a la otra. Tiene el valor (vamos a decirlo así) de razonar según su personal convicción. ¿Se ha preguntado si el valor de su convicción = 0?
Y si le das al simple unas nociones simples de estadística, le habrás proporcionado seguramente la felicidad. El bagaje de astucia, así ganado con la manipulación numérica, le servirá para razonar tanto la marcha emancipatoria de la sociedad como los retrasos inesperados que se producen en lo que debía ser y no es.
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