30 de diciembre de 2009

Teatro/s

Ionesco: irregular, pero no soy buen lector de teatro ni el teatro se lee. Lúcido a veces, claro en el significado, a través de todo ese desbarre mental, lúcido en la sencillez no pretenciosa de sus proposiciones (final de El porvenir está en los huevos, por ejemplo). De Ionesco prefiero los Diarios. De casi cualquiera prefiero los Diarios.

Dürrenmatt: más discursivo, coral, concreto... La visita de la vieja dama.

No es teatro: Flaubert, Bouvard y Pécuchet. Me llama la atención la conversión mental de los amigos, al cabo del tiempo y de los fracasos de su su empresa agraria. Empiezan a jugar amoralmente, no se libran ni los animales ni las personas de sus experiencias "científicas". Me llama la atención cómo es la razón económica la que se convierte en razón científica, y no a la inversa. Esto es, que la ciencia implique efectos tecnológicos útiles y beneficiosos. Se ve, en el discurso narrativo flaubertiano, cómo no hay ni que pensar en una inocencia (neutra) de la tecnociencia: vino del poder y en él se queda, o mejor: el poder se queda entre bambalinas. Progreso, canto de las sirenas.

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