19 de diciembre de 2009

Verdad republicana

Es verdad: el alma del desatento en ningún sitio se queda. Imagínate un río que no se remansa en momento alguno de su curso, que este río va (¿hacia dónde?) por medio de un páramo sombrío o un desierto abrasador. Así son las mentes de  los hombres, hechas ahora de redes de cables que no sabemos si quieren detenerse en algún momento. Va sucediendo así hasta que llega el filósofo y ordena esta naturaleza desmadejada por la biología y la costumbre, encasillando el mundo con sus ideas.

A no ser... A no ser que los simulacros habituales no consistan en otra cosa que en el veneno de las ideas...

***

Se me perdonará mi torpeza: soy un hombre que piensa. Mi sombra alemana.

No hay comentarios: