Y mañana Dios dirá.
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El poeta es poeta / cuando está cansado / y su voz es un susurro / como de otro, como de todos, / ni acre ni tierno ni pretencioso / ni lisonjero ni banal.
Lo cual a mí me satisface (es decir, el hecho de que escriban otros) porque no me sentí llamado nunca a vocación más alta que la de comentar.
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Difícilmente se puede encontrar algo más demoledor que las propias palabras de uno:
Cierto exitoso autor de libros de autoayuda, libros que incomprensiblemente suelen ubicarse en la sección de filosofía de las librerías, me reprochaba hace un año, en este mismo lugar, recurrir a Platón al hablar de enseñanza.
Podía haber cogido (nombrado) a otro, pero mira que a Platón... Porque la necedad, transmitida electrónicamente, se resguarda más eterna que la piedra.
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