5 de diciembre de 2009

Misántropo

Necesita distancia, no demasiada.

Está lejos de los primeros tiempos, cuando dependía absolutamente del padre, él como otros, viviendo todos y aislados en las montañas frías.

Debe estarlo, lejos, del mar, de la facilidad promiscua que promete a quien se adapta. Si le va bien, lo tendrá prácticamente todo a su servicio y podrá entregarse a la muerte sin apenas darse cuenta; si le va mal, habrá conocido la dureza de los primeros tiempos olvidados, allí arriba, tiranizado por el padre y señor, en otra forma: soledad, abandono, hambre.

Pertenece mi personaje a esa zona media que, lo mismo que da de sí la virtud más perfecta, implica la necesidad de tener a los otros cerca, no demasiado, para poder despreciarlos mejor.

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