Se es frívolo hablando; quizás se muestra uno demasiado serio existiendo. También ahí puede haber una pedantería, más que en la palabras. Con éstas se juega, se las lleva a donde se quiera y todo acaba resultando muy hermoso y cómodo en este juego formal.
La seriedad del existir, entonces, demanda una poética acorde: de grandes temas. Una poesía en sentido filosófico, platónico, antipoética. Pavese y Pessoa, v. gr.
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La filosofía ha sospechado, en algún sentido con verdadera justicia, de todas aquellas formas comunicativas que emprenden un juego no veritativo con el lenguaje: su uso sofístico por parte de los abogados, que los jueces controlan a duras penas; el uso bello, mendaz, artístico que enmascara la verdad eterna...
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La juventud, la madurez adusta y el final.
Sí que se entendería, y es de donde Dios se inventa.
No obstante:
" Digo yo
No es sólo la muerte final, inteligible desde el cansancio o la biología, sino la muerte absurda a cada paso. Y antes, el sabor del cáliz, el miedo. El miedo al miedo. No es a Dios, es a Román a quien Denissa añora infinitamente. Es lo irrepetible e íntimo de la vida. No he sabido decirlo. Román y Denissa no son ejemplos de ninguna ley universal del corazón humano, son sólo ellos. Yo compuse una pobres letras para decir lo que deseé sentir, no un sentimiento de Dios sino del hombre [Luis]. Quizá es el sentimiento de la inexistencia de Dios... pero creo que tampoco, que aunque creyese en Dios, lo de Denissa y Román no debiera ser asunto suyo."
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Dice el ateo: -Confundimos nuestros problemas con su solución. Pero si esto fuera tan fácil -añade- conoceríamos que Dios existe. Lo mismo pasa con la recíproca: que nos inventamos un Dios y así nos vamos creyendo que todo se tiene que solucionar. La invención se muestra resistente y se pega al tiempo histórico, a todos los tiempos. Nos termina esclavizando. De manera que no se llega a asumir (aceptar, integrar) la única verdad racional del hombre: finitud, mortalidad.
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Autoaborrecimiento. Dice Styron. Lo que es: el motivo de preocupación, el regodeo en la desdicha. Malos tiempos.
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Leo en una nota cultural de un periódico de tirada nacional de hoy (confieso que he caído en la tentación), dicho por el autor del texto en alabanza de un blog en concreto, que el citado blog se aleja de la autorreferencialidad y el encriptamiento logorreicos. ¡Como si eso fuera algo malo! ¡Como si el soltar verdades como puños tuviera más mérito que el esconder las verdades y decirlo! ¿Quién es capaz de aportar verdades como puños? Se confunde esa cosa con los gritos molestos. La mayoría de las veces, yo por lo menos, no sé cuál es la verdad. ¡Como para ser inmodestos y ponernos a pregonarla! La verdad es que pronto comienzan los periódicos a denostar a quien escribe por independiente. Autorreferencialidad, sí. ¿Y qué? ¿Nos tenemos que normalizar? Yo creo que no. Free writing.
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Why not? El expreso de Gilberto Gil.
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