15 de febrero de 2009

El árbol de la vida

Una cierta manera de ver las cosas:

Frío, soledad, cobardía...

A fuerza de hipócrita la fealdad se te acaba esculpiendo en la cara, y el alma se te pudre.

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Un viaje absurdo, por mi impremeditación. Sí: inventamos palabras que corresponden a la esencia negativa de nuestras acciones.

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¿Qué es lo que tendrá la química cerebral, que un breve contratiempo, que no tendría que significar nada de importancia, considerándolo con una perspectiva adecuada, nos baja de nuestro pedestal de hombres y nos abisma en el desánimo? Esto es, que el desánimo representa una propiedad emergente, no hace falta decir, que indeseada, de unas reacciones químicas incontroladas o incontrolables.

Aparte del terror pánico a lo que nos digan.

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Me reafirmo: pocas cosas nos acaban desesperando tanto como los pequeños asuntos de la intendencia (doméstica o pasional). Sería preocupante si no fuera porque saberlo ya implica, por lo mismo que se re/conoce, comenzar a relativizar.

Más que nada: porque la realidad no contiene valores, porque éstos son etiquetas que les super/ponemos nosotros a los hechos en bruto. ¿Nos sobre/ponemos a ellos?

Pero vivir significa crisis.

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