El paseo que se da en los márgenes del río, y de lo permitido, pasa al sueño horas después. Allí la moral se hace escuchar, en su manera pura de miedo. Pues lo no permitido no debe ser visible para aquellas personas con las que contratamos.
Cuánta prosa de la vida nocturna (no se sueña con mariposas sino con las disposiciones del código civil) para sufragar las deudas de los días cobardes!
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