11 de febrero de 2009

Cartesiana mente, II

Desde por la mañana se me está enfrentando la cosa extensa. He pasado la noche, yo, el alma pura, resguardado de sus daños por el sueño. Si el dios fuera bueno me permitiría pensar que todo es lo mismo: que mi vida es sueño. Entonces no tendría que importarme que me confundieran con un loco, porque la misma vida sería enteramente indistinguible de la sinrazón. Si el dios fuera bueno, y no un hipócrita que atribuye al rival su propia malevolencia… Desde el despertar mi alma quiere huir de su cuerpo y de esas extensiones de mi cuerpo que son el mundo exterior y sus objetos. Ni siquiera sé por qué lo llamo mi cuerpo, si por la noche, durante breves y plácidas horas, he podido estar sin él. Me pregunto por qué no habrá de ser siempre igual, yo sin conexión; llevando la vida de los sueños y un camino de andar agradable. Separado del cuerpo, la luz crudísima del mundo me hace cobrar conciencia del hecho, doliendo el alma por aquello que tendría que afectarle, no he de esperar yo ni orden ni camino directo. Mi camino directo y seguro es el del sueño, el de un relajamiento que habilita mundos confortables.

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Danilo Kis:

El relato que da título al conjunto, “La enciclopedia de los muertos”, contiene una maravillosa figuración de lo que es la literatura, de su vocación de infinito, de su querencia radical por conservar el todo de las vidas pequeñas y mortales. Como se trata de un relato soñado, del contenido de un mundo nocturno, hará bien el lector en igualar el texto literario con el mundo imaginativo de la vida de la noche. Lo cual es lo que torpemente yo he querido expresar arriba.

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Je/moi:

Un miedo terrible a leer, porque no quiero que me digan las verdades.

Un miedo terrible a saber...

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Por la tarde:

Odio de los teléfonos, de sus obligaciones...

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W. Styron, Esa visible oscuridad: leo lo que puedo de esta crónica del terrible mal de la grisura y la abismación intelectual.

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Moralidades.

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