Qué pobres las metáforas, esas ocurrencias del lenguaje: el lenguaje sucede, impersonalmente, sin razón (razón personal=motivo).
¿Qué vale una metáfora motivada? Sería como un lenguaje determinista.
¿"Sería como"? ¿Por qué encubrir las metáforas?: "Sería un lenguaje determinista". De estadios -¿estallidos?- previsibles.
Toreo de salón: casticistamente, hispano. Revolverse contra la lengua o que la lengua se revuelva (suele hacerlo), imaginando que te has encerrado con una fiera en tu despacho. "Imaginando que". Aunque tampoco tienes despacho.
Toreo de salón, no. Fuegos de artificio. Cambia el arte de Cúchares por el de Clausewitz.
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Escritura: inscripción en un superficie. (Definición circular: entonces, ¿qué tipo de incisión en una superficie?)
Escrito en la arena: difícil. Sometido al viento, escrito contra el tiempo, la misma vida de los seres humanos, marcas en la arena que se van.
En el agua, imposible. Navegar. Pero navegar no es ecribir, sino viajar de un sitio a otro; mientras que escribir es fijar una permanencia.
Escribir en el aire: hacer castillos en el aire. Incluso perder la razón, hacer visajes de idiota, evitar hasta que te miren (porque no merece la pena: ¿qué novedades podrías aportar? Ya no se te reconoce que seas periodista.)
Sin embargo: escribir en tierra, en arcilla, sí que es posible. Luego viene la escritura vegetal, el papel. Esto son ya historias conocidas.
Por último, la escritura electrónica. ¿Qué superficie emplea? La pantalla no sería la superficie, si ésta tiene algo de permanente, antiflujo.
Una manera de escribir limitada a la virtualidad de la información: dentro de una comprensión aristotélicamente determinada, en cuanto pura forma sin materia, sustancia incompleta... Se mira al ordenador con un libro en las manos: dos amores.
¿Esto importa? Quizás a los autores.
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Combinatoria (ésa es mi impresión, privada, humilde, provinciana): Jorge Lozano, "De la TV a Internet. La pantalla total", Abcd, 3 de febrero de 2007.
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