Autobiografismos: tropismos de la conciencia y de la edad.
A lo que conduce la lectura de viejos libros (Alasdair MacIntyre, Tras la virtud): Las diversas formas del proyecto ilustrado de constitución de una moral autónoma fracasan una tras otra, dialécticamente empantanadas en su interior (contradiciéndose constantemente: pues no puede haber un fundamento pasional de la moral sin un criterio racional de apoyo; o la razón formalista kantiana se presta a la universalización de lo inmoral, etc.); viviendo, en lo exterior (digámoslo así), de los errores rivales. El terreno queda preparado para modos intuicionistas o directamente irracionales de moral, para quebrar cualquier vínculo posible entre hechos y valores, entre ciencia y moral, pero también entre ética y política (pues ésta ha de consistir en los hechos, nada más que hechos). Etc. Desde el lado del individuo conoce uno, de nuevo (¿cuándo lo supo por vez primera?), que pueden coexistir la autonomía normativa (se es ajeno a la tradición, aunque la condición sea fantasmal -de vida en ciudades pesadillescas) con toda clase de requerimientos burocráticos.
Las autoridades educativas andaluzas deciden conmemorar el 80 aniversario de la constitución del Grupo poético del 27. Por conmemorar que no quede. Decisión de tan alto calado para el progreso educativo y la reproducción no meramente mecánica de las sociedades o los pueblos, sino directamente maravillosa, ribeteada de utópicos arcoirisados, etc., debe quedar consignada (cortesía, mas valor) en el Boletín Oficial correspondiente, para aplicación inmediata docente, por mor de una esperanza poética. Sea.
***
(Pedro Salinas,Presagios)
El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
***
Ahora yo me pregunto qué tienen de común el lenguaje administrativo, tan frío como el gris, con esta declaración poética de cobardía y desaprovechamiento de la vida:
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.
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