12 de febrero de 2007

Lunes

Todos los días el cielo
vive en mis ojos. Mas ¿cuándo
es dios?

Todos los días yo soy
yo. Pero ¡qué pocos días
soy yo!

Todos los días me hablas.
Y ¡qué pocas veces oigo
tu voz!

(Juan Ramón Jiménez, Eternidades)

***
***

...uno con su cuerpo, dándole lo que se le debe, no permitiéndole que se exceda...

(Completaría esto, hasta construir una frase, una significación completa. Podría ser parte de una narración, una cita, o una descripción de carácter. No importa. Lo que siente le liga con la vida: no tiene escapatoria, el tiempo -a él- no le pertenece. Esta ahí dispuesto, por si quiere jugar, aunque él no puede modificar ninguna regla. Juega con alegría o con desgana: es su mismo cuerpo el que actúa, por detrás de las ilusiones de la conciencia. El alma le añade el nombre -al cuerpo-, pero no modifica nada: el nombre puede inscribirse en piedra o en texto, pero es el cuerpo el que puede decir que vive. Qué forzadas, entonces, las palabras cuando los brazos pesan.)

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