“El historicismo culmina con pleno derecho en la historia universal. Y quizás con más claridad que de ninguna otra se separa de ésta metódicamente la historiografía materialista. La primera no tiene ninguna armadura teórica. Su procedimiento es aditivo; proporciona una masa de hechos para llenar el tiempo homogéneo y vacío. En la base de la historiografía materialista hay por el contrario un principio constructivo. No sólo el movimiento de las ideas, sino que también su detención forma parte del pensamiento. Cuando éste se para de pronto en una constelación saturada de tensiones, le propina a ésta un golpe por el cual cristaliza en mónada. El materialista histórico se acerca a un asunto de historia únicamente, solamente cuando dicho asunto se le presenta como mónada. En esta estructura reconoce el signo de una detención mesiánica del acaecer, o dicho de otra manera: de una coyuntura revolucionaria en la lucha en favor del pasado oprimido. La percibe para hacer que una determinada época salte del curso homogéneo de la historia; y del mismo modo hace saltar a una determinada vida de una época y a una obra determinada de la obra de una vida. El alcance de su procedimiento consiste en que la obra de una vida está conservada y suspendida en la obra, en la obra de una vida la época y en la época el decurso completo de la historia. El fruto alimenticio de lo comprendido históricamente tiene en su interior al tiempo como la semilla más preciosa, aunque carente de gusto.” (Walter Benjamin, Tesis..., 17)
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Dos historiografías, dos procedimientos:
a) Historia universal, adición (hechos).
b) Historia materialista, construcción (interpretación).
¿Construcción o destrucción? La interpretación disuelve, congela la comprensión teórica -confiada en una visión global, ¿transmundana? A esa razón de tipo místico no le sirve de nada la práctica analítica, en particular esa lectura de la historia que dispone los hechos ordenadamente en el tiempo.. El materialismo histórico se muestra enemigo de la narración, justamente porque adopta el punto de vista del final justiciero de las narraciones (quiere sólo su final, no el desarrollo).
¿De qué se ocupa la razón dialéctica? De la unificación de las tensiones, con el fin de provocar su estallido -hacia dentro. La madre-negación de todas las cosas (de la praxis) es contemplada (¿se contempla?) un momento antes...
¿Qué tipo de verdad puede cuadrar a esta dialéctica, a cualquier dialéctica, si no es esa unidad de diferencias a la que conviene por igual el ser y la nada?
No debemos sentir demasiados escrúpulos por tener que abandonar esta mística de la violencia -física y mental.
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