Juan Goytisolo, "Literatura y mercado", Babelia, 3 de febrero de 2007:
"La condena implícita de la rareza o anomalía promueve la consabida reincidencia en temas históricos, folletinescos o costumbristas, cuyos ingredientes -sexo, misterio, exotismo, ciencia-ficción- son conocidos de antemano por el lector. El aletargamiento del público se propaga a su vez al autor y le induce a dar más y más de lo mismo. La belleza y precisión del lenguaje no cuentan y, aún menos, la audacia de la propuesta artística. Los escaparates de las grandes librerías y los muestrarios de almacenes y supermercados revelan los resultados de esta poco gloriosa complicidad."
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Los best-sellers son una tautología literaria. Sí. Vale. Pero, ¿cuál es el método fácil de hallar juicios sintéticos a priori (esto es, novedosos y verdaderos) dentro de lo escrito? Tarea para ahora: la posteridad lo tiene fácil, al fijar un canon. Que éste sea arbitrario, un recorte más o menos fundamentado en el conjunto de lo escrito, no parece importar demasiado. En efecto, a veces no nos convence la moral y no por ello la desalojamos de nuestra conciencia (no prescindimos del canon).
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