Lo que piensas te resarce de lo que no has entendido, una vez que has tenido que aceptar que no lo has entendido, y que las cosas han de seguir de ese modo. Se debe predicar la conformidad a los incapaces, aunque no les guste demasiado esta fe.
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El ojo separado del oído. Casi no pertenecen al mismo rostro: las imágenes son difíciles, las palabras difíciles de comprender. Eso eres tú. ¿”Yo”?
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La narración conserva las acciones exteriores. La memoria conservará las caras envueltas con sus palabras. De esa manera se obtiene la imagen de las conversaciones: un objeto más que te ha de a-parecer otro. No la cura, sino la misma enfermedad -obsesiva- que no quiere irse.
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