"Desconociendo el funcionamiento de la economía no se va a ningún sitio. No se entiende ni cómo se organiza el territorio, las nuevas vías férreas, los macroplanes que quieren diseñar todo un periodo de historia futura. Todo esto me rebasa. Se debe suponer un trasfondo meramente especulativo en la economía, una prioridad absoluta del sector turístico, para que cuadre la balanza de pagos, una vez que se ha renunciado a invertir en tecnologías, si es que realmente se ha llegado a eso. Entonces, las nuevas vías sí que cumplen su cometido, generan flujos de personas y de dinero, dentro y fuera del país. Pero no se debe esperar demasiado de estas gentes, acomodadas y algo cobardes, fiándose en la misma esperanza de un crecimiento precario, pero sostenible y ecológico. Los personajes de arriba no parecen los adecuados para ir por este camino, engañados -los de abajo y los de arriba- con el café para todos, una educación tramposa que pretende igualdad y calidad; aunque haya quien crea que estar tecnológicamente en vanguardia requiere un sistema educativo autoritario y masivo, o un sistema cínico de dos velocidades."
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¿Quién puede decir estas cosas? Dos éticas o dos dioses: la convicción poética-humanista; y, luego, la moral responsable, consecuencialista. La utopía, en ningún lado. Que ya eres mayor.
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