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9 de febrero de 2014
Micromundo y macromundo
Vivo en un pueblo pequeño, que quiso ser ciudad estos años pasados, y que se quedó con las ganas, un lugar donde los perros ladran casi a oscuras. Creemos que si algún día pasaran los ángeles por esta tierra, lo harían para cruzarla rápido en el AVE, o como los drones del último pedido a Amazon. Caerá también la lluvia y podremos conservar la luz. El sol y el agua juntos darán los frutos prometidos. Dejaremos de soñar con las ciudades para quitarnos las vestimentas de palurdos, programando viajes de fuga cada weekend. Aunque a veces sospechamos que nada cambia, que el mundo también se da cita aquí: en la placa de una de las iglesias de una de las calles principales se anuncia una hora semanal de ministerio teocrático, como en un Salt Lake City cualquiera.
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