6 de febrero de 2014

Doxas

Los sueldos altísimos de los ejecutivos españoles en la banca y las multinacionales se conciben como una muralla. Además de avaricia, representan la necesidad de separar con la frontera tajante del dinero el mundo del poder y la realidad de la población. Los ejecutivos, gracias a su sueldo, viven en otra esfera y por eso no les debe temblar la mano a la hora de explotar, estafar y despedir a la gente. El zapato del gigante no duda al pisar la fila de unas pobres hormigas que se afanan en acarrear un trozo de pan a su agujero. Un salario justo es el factor democrático principal en el reparto de la riqueza producida por una comunidad. Un salario injusto es la causa principal en la generación de desigualdades y desequilibrios. El salario digno favorece el tejido social. Los disparates salariales consagran la ruptura, se parecen mucho a las alambradas con cuchillas que marcan una división cortante. Esa es la política buscada, la consigna de esta pretendida recuperación económica. (L. García Montero, en Público)

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