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14 de febrero de 2014
El hombre lobo
Cada día que pasa libremente por el mundo, sin ver su cuerpo arrojado a las profundidades de un calabozo inmundo y oscuro, comprende y se sorprende de lo insondable, frágil y misterioso del alma humana. Lo natural es el crimen, para nada la ley y la mansedumbre. Se está a un solo paso de saltar, mirando el abismo, acariciando el lomo del pensamiento que destruye, si logra convencer a la voluntad. Pero hay algo dentro del hombre, o será el aire que le trae el aviso, que le hace darse la vuelta y despejar de delante de sus ojos la tormenta que quería desatar. Aunque al echarse atrás ya no se ve capaz de reconocer lo que es querer, y si este no consiste más en renuncias que en afirmaciones. Homo, lupus.
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