11 de octubre de 2010

Georges Perec, un hombre que duerme

Leo, hacia el final, que de nada le ha servido la indiferencia ni la soledad. El mundo resulta demasiado poderoso para esos gestos de humo. Y lleva razón en saberlo y en decirlo así, en que así quede escrito. En efecto, una ciudad es demasiado poderosa para un ser errante.

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