Yo no sé por qué es el pensamiento tan débil, y todas sus resoluciones prácticas, que lo desarman unos labios sellados, una mirada que habla y unos ojos delatores. Son nubes que se adueñan de la tarde, huecos en la voluntad firme, errores que destruyen a los seres débiles. Yo no digo más que lo que veo.
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