...
Ciertamente es extraño no habitar ya la tierra,
no practicar ya costumbres apenas aprendidas,
a las rosas y otras cosas que llevan cada una su
especial promesa
no darles el significado de futuro humano;
lo que uno fue en manos infinitamente medrosas,
no serlo más, e incluso el propio nombre
dejarlo a un lado como un juguete roto.
Extraño, no seguir deseando los deseos. Extraño,
todo lo que se relacionaba verlo tan suelto
aletear en el espacio...
(Trad. de E. Barjau, ed. Cátedra, p. 65)
Esta es la clave, la ruptura del "mundo interpretado": de la codificación más o menos rígida de la vida y de los signos. La ruptura de la costumbre y del lenguaje. Ah, ¿pero es que son diferentes? Yo no creo que vivan los significados al margen de los hábitos...
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