¿Cuánto tiene que sufrir un ser para comprender- y luego saber decirlo? Lo comprendes, lo dices, y lo tuyo ya no es tuyo. Es de nadie y es de todos. De otros como tú que sufren sin saber por qué. De nada te lamentas: la identidad de la vida se asienta en su ser. Lo que es, es. A este cierre de razones también se le denomina Destino. Pero, cuántas piedras en el camino para señalar un mínimo, para acaso encontrar una pequeña luz que quizás a ti tampoco te pertenezca. Sea.
Si no me equivoco el poema de Aragon es de 1946; la versión de Brassens, de 1953. Lo de menos son las fechas, naturalmente. Lo pongo por el rigor.
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