23 de octubre de 2010

Actually, II

Llevo unas cinco mil entradas en el blog, desde que empecé a escribir a finales de agosto de 2006, en revenge por algunos fracasos. Desde entonces he podido seguir comprobando mi maestría en este terreno tan humano del errar. Lo único positivo es que me ha hecho cínico; lo único negativo, que no del todo y encima de manera inconsecuente. Así no se llega a ser un alma superior durante el tiempo escaso y desconocido de una vida, y menos yo, menos un espíritu como el mío. Después de 5000 entradas, ¿qué figura emerge de lo escrito? ¿Qué complejidad o qué superficies? He aprendido, entre tanto, que la mayor parte de la realidad consiste en superficies, que los ojos y las frentes y los labios que sonríen o que besan son pantallas. Pero no sé, no puedo salirme de mí mismo, cuál es la forma interior que habría que colgarle a tanta tinta desparramada.

Me desperté esta mañana con desánimo y una sensación extraña en los ojos. ¿Eran lágrimas? Temí que sí y salí a correr por este campo que reputan feo. Se fueron las que asomaban por los ojos. Pero no eran lágrimas, sino seguramente el frío que cogí el otro día. Lo sé porque también me duele el costado y el ojo izquierdo. A no ser que el llorar empiece por cualquier sitio...

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