La primera de las de Duino. Yo no sé dónde tengo mi ejemplar de Cátedra. He encontrado este enlace.
Tal vez nos queda
algún árbol en la ladera, que a diario viéramos
de nuevo: nos queda la calle de ayer
y la arrastrada fidelidad de una costumbre
que se encontró a gusto en nosotros, y se quedó, sin irse.
¿Se comprende bien que no hemos de hallar salvación entre los vivientes (un árbol, si acaso), pero que ya hemos declarado que no la debemos esperar de lo alto, de la terrible belleza de los ángeles?
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