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18 de febrero de 2010
Bucle y tontuna
Cuando se cifre la calidad de la transmisión del saber en el bienestar psíquico del sabio (un momento!, me comunican que ya ha pasado) se habrá rizado el velloncillo (rubio o moreno) de la necedad. Digamos que Wittgenstein pudo ser un maestro nefasto, pero quizás también lo único que conocieran de extraordinario aquellos niños en sus pobres vidas. Sea por epatar. Pero que en serio también: prefiero antes al canalla inteligente que al tonto feliz (integrado). Éste no sabe parar.
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