Tienen razón: para la soledad hacen falta talento natural, por una parte, e independencia, de otra. Hace tiempo que otros lo dijeron, y te conocían bien. Te conocieron la debilidad (necesitar, no decir). Pero ni antes, ¿ni ahora?, se reconoce esa mínima, y de color ceniza (tal es el sabor en la boca), independencia que se sustenta en la escritura de autoficción.
No importa, a ese respecto, naturalmente, ni lo escrito ni la escritura, sino la previa disposición a levantarse del fondo. Un gesto sin continuidad. Yo nunca escribiré ningún libro.
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