El laberinto revela la pérdida del sentido sagrado. No es la persona quien no encuentra la salida; ha habido un desplazamiento en los significantes, un tropo. Es el dios el que se ha retirado.
Y fundamentalmente muestra el olvido de la danza sagrada, en torno a un centro; al que nos aproximamos con deseo, del que nos alejamos con temor.
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