Pero no se allegaba a ella:
Rosa, oh contradicción pura, alegría/ de no ser sueño de nadie bajo tantos/ párpados.
El epitafio rilkeano, la burla que le hace la belleza a la flecha que pretende alcanzarla. Absurda delicia: objetividad.
Lo que vale del sueño, vale mucho más de la muerte. La rosa queda en su ciclo, la memoria no.
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